BARCELONA

Las ciudades son trozos de geografía densamente poblados y con carácter propio, como si de la suma de todos y cada uno de los temperamentos de sus habitantes resultara una única macropersonalidad perfectamente identificable.
Barcelona es una ciudad muy antigua, dice la tradición que la fundó Almircar Barca, el fenicio cartaginés. Podría ser cierto dado que, de siempre, ha sido un lugar muy propicio al trapicheo, y sus habitantes muy aficionados a coger un barco, llegarse hasta donde haga falta, llenarlo de lo que sea y llevarlo donde ese algo tenga buen precio.
Será por eso que, sin haber sido metrópoli de ningún imperio, en sus estrechas calles y oscuros comercios siempre fue posible encontrar gentes y mercancías de cualquier lugar del mundo. Lo cual es todo un mérito porque puerto, lo que se dice un puerto de verdad, no lo tuvo hasta el siglo XX.
De hecho, si exceptuamos algún siglo durante la Edad Media, nunca fue sede de pomposas cortes reales o eclesiásticas. Ni siquiera los nobles que daba el propio país se quedaban. Preferían Nápoles, Madrid, Roma o París.
No. No es un cuento de hadas la historia de esta ciudad. Nunca fue fácil salir adelante entre sus piedras. Todo un revelador detalle es que no se le permitió desbordar sus murallas medievales hasta bien entrado el siglo XIX. Sólo podía crecer hacia arriba, de ahí que sus estrechas calles tengan muy escasos ratos de sol y nunca consigan secar del todo sus humedades.
Luego llegó la era industrial con la que sus rincones se llenaron de hollín, sus luminosos cielos de pestilentes humazos y los bonitos paisajes de sus cercanías se convirtieron en lodazales herrumbrosos.
Ahora bien, dinero siempre ha corrido en grandes cantidades, por los lúgubres pasillos de sus curias civiles o de las otras. Sin embargo, cuando esos dineros rompen la crisálida y devienen poder, por alguna extraña razón, vuelan lejos de esta ciudad. Podría decirse que cuando nuestros prohombres consiguen suficiente dinero para hacer y deshacer, venden el chiringuito y se largan.
Tampoco han sido muy proclives esos prohombres, una vez instalados en el poderío, a cederle prebendas o ventajas de algún tipo, más bien todo lo contrario. Suelen ser de la opinión, como dijo cierto general no hace mucho, que Barcelona debe ser bombardeada periódicamente. Periodos que, fatalmente, coinciden con aquellos en que ya se lo han vendido todo.
Ese es el ciclo o rueda que mueve esta ciudad. El último se inició con las olimpiadas, de fatua memoria, y se cierra ahora con los trabajadores en paro y adjudicando el invento al mejor postor. Esa es la historia de los que siempre hemos estado aquí aunque seamos recién llegados, es decir, la parte estable, la genuinamente barcelonesa, la que no va a fallar, la que no se largará a ningún paraíso fiscal, la de los trabajadores.
Con semejantes ciclos existenciales, cualquiera podría pensar que Barcelona es una ciudad lúgubre y triste, habitada por gente que no tienen mejor sitio donde ir. Pues no.
Barcelona siempre ha sido una ciudad alegre y bulliciosa a la que sus habitantes aman con el arrebato con que suelen amar los adolescentes. Y no son necesarias siete generaciones, basta vivir una temporada para que, sin darte cuenta, adoptes el gesto ajado del amante que espera el metro de madrugada. Es un amor de caricias bruscas y con prisa, nacido de breves lucideces cuando, sumidos en una borrachera de ruidos, gente y CO2, nos sentimos abrazados por ella.
Sin embargo, ese amor un tanto barriobajero, hace posible que, con todas sus miserias y esclavitudes a cuestas, Barcelona siempre haya estado a la vanguardia. Con el cuerpo molido por doce horas de trabajo pero en la barricada, con instrumental de segunda mano, en el último rincón de la nave, junto a los lavabos, pero aplicando a Einstein, calzando alpargatas y comiendo arroz hervido, pero plantando cara al mismísimo Apolo. Ese amor ha hecho posible que, una y otra vez a lo largo de su historia y a pesar de las traiciones, abandonos y desventuras, Barcelona siempre haya salido adelante.
Pero esta vez esos que se forran de pasta y se lo venden todo antes de largarse, la parte volátil del invento, esos falsos ciudadanos, se están pasando. Es que esta vez se están vendiendo hasta los lavabos. Es que nos están dejando en alpargatas y con una azada vieja como toda herramienta. Es que se han vendido hasta nuestras propias casas. Nos han dejado disfrazados de neoyorquinos y con la cara de quien ha pagado el convite y no le dejan meter mano. Se han vendido hasta las calles, ni bancos públicos para comerte un bocadillo quedan, han puesto terrazas privadas donde está prohibido llevar comida de fuera.
Primero convirtieron la ciudad en un desmesurado hotel, por no darle un nombre más realista, y ahora se lo venden. En otros tiempos siempre quedaban los talleres y nosotros dentro dispuestos a trabajar, aunque fuera con herramientas obsoletas y sueldos miserables… Pero esta vez ¿que hará Barcelona entre tantas habitaciones? ¿Con tantos cuerpos de diseño haraganeando por sus calles con la excusa de No Se Que World Congress? Los barceloneses sólo nos desnudamos con nuestra ciudad. No nos interesan ese tipo de trabajos ni la ‘riqueza’ que proporcionan. Somos gente que nos gusta trabajar con las manos y la cabeza. Somos gente honrada, necesitamos fábricas, despachos, tiendas, talleres, barrios vecinales, servicios públicos gratuitos para todos, rincones tranquilos… Necesitamos una ciudad para seguir amándola de verdad.
Es que el ciclo también puede romperse. También puede ser que nuestra capacidad de trabajo, el verdadero combustible y atractivo de esta ciudad, a fuerza de perderse la que tenemos y no llegar nueva, se agote.
Es que esta vez, si la parte espuria del invento, la que se lleva el dinero, consigue lo que se propone, nuestra amante y amada ciudad, va a quedar para entretener a turistas borrachos… Sin cobrar por la cama y por cinco euros la hora.
Juanma.

¿FALTA DE COORDINACIÓN?

En la asamblea del jueves 12 de febrero, se anunció el desahucio de Lorena y sus hijos, para el lunes 16 del mismo mes, ella ya había hablado con su abogado para recurrirlo, pero por si acaso hicimos difusión en la asamblea para que los afectados tomaran nota, y quedamos en ir a pararlo, en el caso de que no se suspendiera desde los juzgados.

El viernes 13 a primera hora de la tarde nos llama José Centeno interlocutor del distrito de Nou Barris y nos comunica que  el juzgado ha decidido pararlo, un poco más tarde es el abogado de Lorena el que también nos llama para confirmarnos que el procurador del banco le anunció que se había suspendido el lanzamiento.20150218_094237

El lunes 16 nos acercamos a la vivienda de Lorena hacia las 9,00 de la mañana, para avisar a los compañeros que el desahucio se había parado  ya que después del jueves no hubo formas de avisarles. Allí estuvimos cerca de una hora avisando a toda el que vino de la suspensión.

Hacia las 10, 00 decidimos retirarnos quedando con Lorena que ella se encargara de avisar si llegaba algún otro.

Cuando íbamos llegando al campo de fútbol vimos que llegaba un coche de los mossos, con tres efectivos dentro, nos quedamos mirando y sospechamos que venían al desahucio. Bajaron del coche y les seguimos y efectivamente fueron a lugar donde estaba programado el desahucio, que era en Vallcivera, 11. Les anunciamos que el desahucio se había parado y nos extrañamos que el juzgado no se lo hubiera comunicado, ellos también se sorprendieron e hicieron una llamada para confirmarlo, y efectivamente se lo confirmaron.

Hasta aquí podemos comprender que un despiste lo puede tener cualquiera, incluso un juzgado para con la policía.

Pero lo bueno es, que el miércoles día 18, recibimos una llamada de un vecino y nos dice que junto a la ferretería había varios furgones de los mossos y en el bloque de atrás se encontraban varios efectivos con sus uniformes de antidisturbios. Nos acercamos temiendo que se estuviera llevando a cabo un desalojo. Como últimamente hay bastantes irregularidades cuando realizan estas operaciones, queríamos ser testigos de que todo estaba controlado y que se hacía de forma legal.20150203_100523

Pudimos comprobar lo que nos había dicho el vecino, y vimos que había un fuerte despliegue policial, cuatro efectivos estaban delante de la portería del 140 de Rasos de Peguera pero estaban de forma distendida, tal vez explicándose chistes ya que reían abiertamente entre ellos. Al lado de la ferretería había dos policías en posición de vigilancia y junto a ellos se encontraban dos furgones suponemos con todos sus efectivos en el interior, y varios coches celulares aparcados en los alrededores.

Les dimos los buenos días y les preguntamos a qué se debía su presencia, contestaron que estaba vigilando. Preguntamos en la ferretería y en los bares y demás tiendas, nadie sabía nada. Al final volvimos a insistir con los que guardaban la portería 140 y estos nos contestaron que estaban de paseo. Una buena respuesta para calmar los rumores que se crean cuando vemos estas movidas por el barrio.

La respuesta nos llegó dos días más tarde, según parece habían venido para un desahucio pero que se había suspendido. Y ahora nos hacemos un montón de preguntas:

Estos servicios que realiza la policía  ¿Quién los paga?

Se supone que es el juez el que ordena su presencia ¿entonces porqué cuando suspende la ejecución no les avisa de ello?

Y otra cuestión es necesario tanto efectivos para desahuciar a una familia que en el mayor de los casos lo único que tienen es miedo, angustia y confusión, por no saber qué hacer en esos momentos. Por lo menos en el barrio no hemos apreciado ningún signo de violencia por parte de los afectados, no diremos lo mismo de los mossos ya que hemos visto aptitudes un poco agresivas. Y la verdad que hemos asistido a muchos lanzamientos incluso en situaciones de mucha dureza, donde se han desahuciado familias con niños de corta edad.

Los casos de falta de coordinación, entre los juzgados y la policía ¿han sido casualidad? O ¿es un exceso de celo por parte de los mossos?20150210_110813

Después de leer esta noticia se abre paso una duda que da que pensar:

-La PAH denuncia que un fondo buitre “premia” a los policías por sus desahucios con alquileres baratos-

Y para despedirnos queremos hacerlo con el titulo de un artículo que acabamos de ver:

“Sin policía no hay desahucios”.

Avv de Ciutat Meridiana